¡Adiós, Cordera! es
un relato en el que se puede apreciar una crítica social al progreso que se
expandía por España durante la segunda mitad del siglo XIX. En él, se puede
apreciar cómo vivían la gran mayoría de los españoles, rurales, y el contraste
que para ellos representaba la llegada de los nuevos inventos cómo el
ferrocarril y el telégrafo. Con esto, Leopoldo Alas Clarín pretende criticar el
hecho de que este progreso sólo beneficia a unos pocos.
Rosa y Pinín son el reflejo de una
sociedad española rural y campestre. Ellos son niños que no han ido casi al
colegio y cuya vida se limita a pastorear todo el día con su vaca por el prado.
“Mañanas sin
fin, bajo los rayos del sol, a veces entre el zumbar de los insectos, la vaca y
los niños esperaban la proximidad del mediodía para volver a casa. Y luego,
tardes eternas, de dulce tristeza silenciosa, en el mismo prado, hasta venir la
noche, con el lucero vespertino por testigo mudo en la altura.”
Como
la familia de los niños, la mayoría de familias del campo son pobres y viven en
una casa alquilada, cuya renta les cuesta mucho pagar, pero tienen que hacerlo
a cualquier precio si no quieren acabar en la calle.
“A media
semana se personó el mayordomo en el corral de Antón. […]Antón, se puso lívido
ante las amenazas de desahucio. […] Había que pagar o quedarse en la calle.”
De
todas formas, a pesar de su situación, los campesinos sueñan con ascender
socialmente, consiguiendo un corral más grande o más animales. Pero esto es muy
difícil, ya que las clases sociales están bastante diferenciadas y los pobres
tienen demasiadas deudas que pagar.
“Antón de
Chinta comprendió que había nacido para pobre cuando palpó la imposibilidad de
cumplir aquel sueño dorado suyo de tener un corral propio con dos yuntas por lo
menos. Llegó, gracias a mil ahorros, a la primera vaca, la Cordera. y no pasó
de ahí: antes de poder comprar la segunda se vio obligado, para pagar atrasos
al amo, el dueño de la casería que llevaba en renta, a llevar al mercado a la
Cordera.”
Por otro
lado, el ferrocarril y el telégrafo representan el progreso y la
industrialización que comienza a tener importancia en la segunda mitad del
siglo XIX en España. Para Rosa y Pinín, como para los españoles rurales de la
época, la llegada de estos nuevos inventos, genera al principio un poco de
miedo y desconfianza por algo tan desconocido. Pero al ver que no son nada
peligrosos, comienzan a tener
curiosidad.
“Pinín,
después de pensarlo mucho, cuando a fuerza de ver días y días el poste
tranquilo, inofensivo, campechano, con ganas, sin duda, de aclimatarse en la
aldea y parecerse todo lo posible a un árbol seco, fue atreviéndose con él,
llevó la confianza al extremo de abrazarse al leño y trepar hasta cerca de los
alambres.”
Además, como a los niños, a los campesinos les alegra y
entusiasma la llegada del ferrocarril, ya que lo ven como algo nuevo y
misterioso, que llega trayendo el progreso.
“En Pinín y Rosa la novedad del ferrocarril produjo
impresiones más agradables y persistentes. Si al principio era una alegría
loca, algo mezclada de miedo supersticioso, una excitación nerviosa, que les
hacía prorrumpir en gritos, gestos, pantomimas descabelladas, después fue un
recreo pacífico, suave, renovado varias veces al día. Tardó mucho en gastarse
aquella emoción de contemplar la marcha vertiginosa, acompañada del viento, de
la gran culebra de hierro, que llevaba dentro de sí tanto ruido y tantas castas
de gentes desconocidas, extrañas.”
Conforme el
relato se va desarrollando, se puede observar que estos signos de progreso y
modernidad no afectan e incluso perjudican a la familia. Al principio, el autor
describe cómo, a pesar de tener el ferrocarril y el telégrafo tan cerca, los
campesinos siguen estando aislados de la sociedad moderna, nada ha cambiado
para ellos.
“Pero telégrafo, ferrocarril, todo eso era lo de menos: un accidente
pasajero que se ahogaba en el mar de soledad que rodeaba el prao Somonte. Desde
allí no se veía vivienda humana; allí no llegaban ruidos del mundo más que al
pasar el tren.”
Más adelante, lo que al principio era una alegría se
convierte en el instrumento que les aleja de las cosas que más quieren. El
ferrocarril se lleva a Cordera y también a Pinín,
“Aquello era
el mundo, lo desconocido, que se lo llevaba todo.”
y se los lleva para ser usados, de diferente forma, por la
gente de las ciudades, por los burgueses, por los curas y por el mundo en
general.
“Carne de
vaca para comer los señores, los curas,
los indianos. […]Se lo llevaba el mundo. Carne de vaca para los glotones, para
los indianos; carne de su alma, carne de cañón para las locuras del mundo para
las ambiciones ajenas.”
Con el final del texto, el autor pretende denunciar la
situación de la época en la que, a pesar de las grandes invenciones y el
progreso que estas traían consigo, sólo una pequeña clase social las
disfrutaba. Para los demás, nada cambiaba.
En resumen, el texto es un fiel
reflejo de la sociedad de la época. En esta, los nuevos inventos se expanden
por el país, dando una apariencia de modernidad, pero que solo es una ilusión.
La realidad es que la gran mayoría de los españoles sigue viviendo en la
pobreza, nada beneficiados por la llegada de este supuesto progreso, que sólo
sirve de utilidad para unos pocos.
Gracias!!!!!!Muy útil.
ResponderEliminarMuchas gracias, me ha ayudado a comprender el libro y la sociedad del momento!!
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